miércoles, 4 de julio de 2007

Lo que NO debes hacer si deseas publicar un libro

Lo primero que no debes hacer es continuar arrastrando el síndrome de Caperucita Roja en la jungla editorial, es decir, abandonar toda ingenuidad al suponer que enviando tus originales a cualquier editorial ya está la cosa resuelta, porque no funciona así.

Ten presente que:

Las editoriales no suelen pedir a los desconocidos sus originales, por lo tanto, cuando se les envían ni los leen. Muchas de ellas ni tan siquiera los devuelven como no se les ruegue incluyendo sobre y sellos.
Pero lo más importante es que al no leerlos, todo el esfuerzo, preparar, ir a correos, luego esperar, suele ser en vano y, sobre todo, un matadero de esperanzas.

Otro tanto sucede con los concursos literarios, y no es necesario que se te diga que sólo los ganan nombres conocidos, tu mismo puedes comprobarlo a cada nuevo fallo de certamen. Enviar un original a un concurso es perder también el tiempo, las ilusiones, y quedar amargado por una buena temporada. Ahora bien, puedes dar con pequeños concursos que se estrenan y tal vez ahí tengas suerte porque cuantos concurren no son nombres conocidos.

Respecto a los agentes literarios, que asimismo existen en España, el trato con ellos es difícil y laborioso, porque, igual que las grandes editoriales, sólo escogen a escritores famosos, lo que significa venta segura; aquí es muy difícil encontrar al agente literario que lleve los asuntos de un desconocido, tampoco te hacen ni caso, simplemente te ignoran.

Entonces, te preguntarás, ¿qué es lo que debo hacer si quiero publicar, que me editen?; la respuesta no es fácil ni el procedimiento sencillo, y aquí vuelve a intervenir la paciencia puesta a prueba una vez más.

Yo te aconsejaría, por muy cínico que suene, que te busques padrinos, influencias, o amigos, de amigos de amigos de... De lo contrario corres el riesgo de quedar inédito para siempre. Aunque la solución intermedia podría consistir en entrar en una gran editorial como simple oficinista, chico de los recados, mozo de almacén, y no ironizo, o haber estudiado periodismo y empezar por ahí: un periodista tiene muchas más facilidades para editar gracias al medio en el que se desenvuelve. Establece contactos y los contactos son básicos a la hora de publicar, eso o los milagros, que ya no se dan.

La tercera opción la tenemos en recurrir a la imprentas digitales, que las hay muy buenas y de precios asequibles, y embarcarse en la empresa de convertirse en editor, pequeño editor, se entiende, costumbre que se va abriendo paso lentamente en nuestro país. Puede hacerse pero fallan muchas infraestructuras, la principal es la promoción de los libros, porque eso cuesta carísimo, me refiero a los anuncios, prensa, radio, tele, y entonces hay que recurrir a lo que se tiene más a mano como pueda ser Internet, rápido y barato, o, por lo menos, al alcance de quien disponga de un ordenador.

Sé de algunos escritores que comienzan a afirmarse en el mundillo literario español porque se publicaron sus libros y luego, valientemente, fueron a venderlos por las calles o llamando a las puertas, incluso de pueblo en pueblo, hubo quien vendió su libro por un plato de comida; y este singular vía crucis se vio premiado con que al gustar la novela empezando a ser comentada, grandes editoriales los detectaron contratándoles. Increíble pero cierto, aunque yo diría mejor, muy triste pero cierto.

Otro de los cantos de sirena de los que debes huir es de esos editores que te ofrecen publicar tu obra en coedición, lo que significa que tú pagarás una parte y ellos otra. No te dejes engañar; tú pagarás toda la edición sin haberte dado cuenta, no te harán ninguna promoción y al final te quedarás con algunos libros “regalados” graciosamente por el editor, eso sí, tendrás la satisfacción de haber visto tu obra en papel cosa que te llenará de una momentánea felicidad, pero nada más.

En cuanto a los libreros, que cobran normalmente el 30% por venta de libro, algunos te expondrán en el escaparate o en sitios visibles de su comercio, pero habrá otros a los que tendrás que aumentar su porcentaje si pretendes que hagan lo mismo, de lo contrario vas a tener que buscarlos con lupa por las estanterías. Bueno es saberlo, ¿no crees?

Una cosa que te recomiendo, es que cuando te decidas a enviar al mundo tu obra, sea por el procedimiento que sea, antes, la hayas registrado cuidadosamente en el Registro de la Propiedad Intelectual, así, si se diera el caso de un hipotético plagio, que puede darse por raro que parezca pues basta con difundirla inocentemente por Internet sin haber tenido esta precaución, al menos te quedará el derecho a la protesta legal.

¡Ah!, olvidaba lo más importante, si la opción que elijas te da resultado y tu libro se convierte en un best seller, corre a ponerle una vela a santa Rita, porque ¡lo habrás conseguido!

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